viernes, 3 de febrero de 2012

Monerías

Paseas tu perfume por las calles.

Expones en cada esquina gotas de superficialidad, pequeñas muestras de convencionalismo teñidas de azul añil. Tu esencia high class y tus monerías les embaucan, los conduces a tu terreno con una virginal sonrisa. Juegas a engañar en el juego de la vida con tu lánguida actitud, tu dulce perfume y tus besos pueriles, con tu actitud de niña buena.

Tu sonrisa. Una sonrisa inolvidable, tan inolvidable como tu capacidad para herir en lo más hondo. Porque detrás de esa cara bonita no hay nada. Nada más que fiestas fugaces qeu se van en el último Martini, éxitos de dudoso valor, amistades que se pierden a la vuelta de la manzana, sexo de maniquíes, amor de instantánea que se amarra en una existencia todavía más insustancial.

Párate. Reflexiona.

Piensa en toda la gente que has dejado atrás. Que tras confiar en tí y darte su apoyo los has abandonado sin el menor remordimiento. Personas que no significan nada para tí más allá de un mero recuerdo en tu memoria, entre idas y venidas. Personas que te han querido pero a las que has tratado como vestidos ajados que ibas transformando a tu interés.

Lo sé. Mis palabras te son totalmente indeferente. Juegas tu papel como una niña mimada que se ha hecho con el cajón de arena del parque y poco le importa lo que piensen los otros niños. Has jugado muy bien tu papel de niña buena y has ganado, piensas. Tienes todo lo que un día deseaste: renombre, éxito, fama. Pero todos estos juguetes nuevos que tanto te gustan pueden irse tan pronto  como han llegado.

Quizá cuando eso pase y te encuentres sola, seas consciente del daño que has hecho. Quizá entonces te pares a pensar en tu vida insustancial instalada en patrones convencionales y totalmente anodinos. Pero temo que para entonces será demasiado tarde, princesa.









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